Texto por: Miguel Ramírez
Fotos por: Diego Reyes
La velada del 15 de febrero en el Teatro Diana se vistió de elegancia y eclecticismo musical con la esperada presentación de Andrew Bird. El destacado violinista y cantautor estadounidense ofreció un espectáculo único que dejó a la audiencia inmersa en la riqueza sonora de su último álbum, «Outside Problems».
El Teatro Diana fue testigo de la habilidad incomparable de Bird para fusionar géneros, llevando al público a un viaje musical que desafió las expectativas. La diversidad de la audiencia, compuesta por personas de más de 30 años y varios extranjeros, reflejó la universalidad de la música de Andrew Bird, que va más allá de las barreras geográficas y generacionales.
A pesar de algunos contratiempos logísticos, como la demora en el horario y la aglomeración, la magia comenzó cuando Andrew Bird salió puntualmente a las 9:00 PM. Acompañado por su violín, guitarra, y una transición inesperada a un contrabajo, Bird y su banda desplegaron una experiencia musical polifacética.
El auditorio, aunque no exento de charlas entre la audiencia, experimentó momentos de silencio respetuoso, especialmente durante las cautivadoras interpretaciones del violinista. La conexión entre el artista y el público alcanzó su cúspide en esos momentos de quietud, donde el sonido de las cuerdas del violín se convirtió en la protagonista.
La segunda parte del concierto, con Bird y su guitarrista frente al público, ofreció una sorpresa agradable con una canción de tono vikingo seguida de un viaje musical que abarcó desde el country hasta el jazz. El dominio de Bird sobre estos géneros, junto con su habilidad para crear atmósferas tanto íntimas como expansivas, demostraron por qué es considerado uno de los talentos más innovadores de la escena musical contemporánea.
«Desert Caravane» fue un punto culminante, donde las luces del escenario se sincronizaron con la sofisticación de la pieza, creando un ambiente envolvente y fascinante.
Aunque algunos murmullos persistieron durante todo el concierto, los asistentes demostraron su enfado con frecuentes «shhhs», buscando preservar la experiencia musical. Al finalizar, el Teatro Diana se despidió con las luces que, lentamente, se apagaron bajo la bandera de México, una despedida poética para una noche llena de matices sonoros.
El concierto de Andrew Bird en Guadalajara no solo cumplió con las expectativas sino que las superó, ofreciendo a la audiencia una experiencia musical que trasciende fronteras y estilos. La mezcla de lo clásico, lo indie, el jazz y la influencia medieval se fusionaron en una amalgama única, confirmando la maestría musical de Andrew Bird y dejando una impresión imborrable en todos los presentes.
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- Plasticities en su Setlist.
- El venue es perfecto para este tipo de shows.
- Personas hablando.
- La poca respuesta de la gente en asistencia.