Por Andrés Solis.
Pocas agrupaciones han logrado recientemente tanto como Little Jesus en tan poquísimo tiempo, pues su legado ya es innegable dentro de la música mexicana, tanto es así que decidimos revisitar su álbum debut, que, aún a siete años de su lanzamiento, sigue siendo uno de los favoritos del público mexicano: Norte (2013).
Lanzado durante el mes de diciembre del 2013 uno pensaría que no tendría buen recibimiento considerando la arriesgada fecha de lanzamiento, sin embargo, esto les jugó a su favor. El estreno de Norte fue todo un acontecimiento en la escena mexicana, por todos lados se hablaba de esto sin importar el nulo recibimiento que suelen tener los discos estrenados en esas épocas.
Previo al reconocimiento
Little Jesus comenzó como toda pequeña banda: tocando en recintos con una limitada capacidad, sacando singles de forma independiente, y generando así una fanbase sólida en toda la capital que poco a poco se iría extendiendo a todo el país.
Fungiendo como álbum debut luego de cuatro sencillos de completa independencia, nace Norte, un trabajo que consolidaba a la banda y que la ponía en el mapa nacional por su propuesta fresca y un tanto rara en México, un disco que ya se considera dentro de los estandartes del rock mexicano aunque no sea puramente rock.
Su parecido sonoro con Vampire Weekend -más precisamente al álbum homónimo de los neoyorquinos- los hizo con una enorme lluvia de opiniones tanto buenas como malas. Pese a esto, Little Jesus logró consolidarse con un estilo, estética e identidad propia que irían puliendo con la salida de cada nuevo material, enfocándose en lo minimalista, desde el arte visual de las carátulas y sencillos, hasta las letras e instrumentalización.
Una alegre tristeza
Santiago Casillas, líder y compositor de la banda, ha mencionado en repetidas ocasiones que cada canción del Norte le tomó mucho tiempo de dedicación, y parece que no sea así, pues todo el disco suena muy natural y orgánica, con una coherencia excepcional y una conexión sonora entre las nueve canciones del material.
La temática que busca Norte se nota fácilmente y hasta podemos denominarlos como una «tristeza feliz», y los principales temas para argumentar a favor de esto son Pesadilla, Berlín y Azul, donde en todas la letra refleja un estado de dolor y sufrimiento aunado con una instrumentalización de lo más célebre y evocadora de sentimientos alegres.
Durante todo el disco no se siente nada forzado. Como ya mencioné, logran llevar una línea sonora y temática a lo largo del álbum, alejándose de la monotonía y dándole un toque único. Si bien, canciones como Truco o Color se salen de esta temática conceptual del álbum por su dinámica y energía, no rompen con esta identidad generada por el mismo disco.
Lo que sí representa a la mayor parte del material es la tristeza puesta sobre la mesa de manera inocente y alegre, pero en canciones como Cruel se evoca lo que dice el título de la misma. Desde los batacazos principales se ve un cambio de humor bastante brusco, pero que no rompe esta línea temática.
Atmosféricamente difuso pero íntimo
Llegando a la parte final del disco, seguimos con este tópico de tristeza pero ahora un poco más evidente, pues en Sur deja de lado toda felicidad para darle un toque más nostálgico a esta tristeza, y así sucede en el resto del álbum -hablando del Japanese Version-, además en este caso se alude a la playa y demás sonidos tropicales, aunando así nuevamente ese sentimiento de frescura.
Cuando escuché la canción que le dio nombre a este disco me quedé un tanto confuso, pues el sentimiento de Norte -la canción- rebasa toda nostalgia que hayamos escuchado antes de Little Jesus. Atmosféricamente es magnífica, es mágica y reflexiva, una mirada a lo más profundo de Santiago, y de cada uno como espectador. Desde acá ya se nota el sentido intrapersonal que Casillas optó por darle al disco. Aunque un tanto difusa, esta atmósfera persiste hasta Jóvenes, y decae completamente entrando hacia Tiempo, que es la que cierra el disco -si no contamos las versiones de Berlín y Azul es japonés-.
Norte es uno de los mejores álbumes debut que ha tenido una banda mexicana, pues muestra el deseo de transmitir algo real y nada efímero, un sentimiento veraz y abundante en cada uno de nosotros, donde el protagonista de cada verso es uno mismo. El viaje mental al que Little Jesus nos lleva en Norte es inigualable, una ola de frescura y nostalgia.
La magia de Little Jesus es inigualable, desde los audífonos, en las bocinas del coche, en un concierto –como lo vivimos acá en Guadalajara en febrero– y en cualquier lugar. Estoy seguro de que, como yo, tienes muchísimos recuerdos y anécdotas donde alguna canción o álbum de los capitalinos fungió como el soundtrack. El legado de la banda ya es visible a menos de diez años de su primer álbum, es algo innegable, pues es sorprendente cómo en tan poco tiempo han llegado a tanto, un ejemplo firme de evolución musical y una maduración artística brutal.