Texto por: Bonnie Hagar
Fotos por: Diego López
Si te perdiste de esta edición, déjanos contarte como la pasamos en Día de Campo 2024, porque honestamente, fue todo lo que no sabíamos que necesitábamos para cerrar el año.
Este festival no es como esos maratones caóticos donde terminas pidiendo tregua; aquí todo fluye con calma, buena música y vibes de ensueño. Imagina estar rodeado de naturaleza, sobre tu mantita favorita, con una bebida fría en la mano, y de fondo, música que te mueve el alma. Así se sintió todo el día: relajado, pero increíblemente emocionante.
La tarde arrancó con Nicole Horts y Ckovi, talentos locales que supieron calentar motores. Nicole nos atrapó con su vibra auténtica, mientras que Ckovi le dio un twist experimental que conectó con el mood chill del festival. Poco a poco, las mantas se llenaron de risas y charlas, y la energía iba subiendo conforme el sol bajaba.
Podíamos ver algunas familias completas disfrutando juntas, niños corriendo y jugando, y amigos disfrutando sobre sus mantas. La vibra era tan relajada que incluso algunos llevaron sus cartas para jugar mientras escuchaban la música.
Sin duda, este año los patrocinadores se lucieron con dinámicas divertidísimas: había juegos de jenga gigante, mesas de ping pong y hasta una alberca de pelotas, donde podías jugar a tirar a tus amigos, y claro, no faltaron los spots para fotos dignas de Instagram.
Ya con las luces encendidas y el aire fresco, Gepe, el chileno que logró que todo el mundo, sin importar si estaba sentado o de pie, se sintiera parte del show. Su mezcla de sonidos folclóricos con modernidad es tan mágica como cercana; dejó al público con una sonrisa enorme.
Y después llegó Airhead, que tomó el escenario con beats electrónicos que parecían transportarnos a otra dimensión. Fue un set que te atrapaba con sus capas sonoras, perfecto para ese momento en el que el cielo ya era un lienzo estrellado.
Y bueno, el cierre… el cierre fue oro puro. James Blake, con su presencia casi etérea, tomó el escenario como si fuera suyo (que lo era). Desde el primer acorde, se sintió la conexión. Canciones como «Retrograde» y «Limit to Your Love» no solo sonaron; se sintieron en la piel, creando una atmósfera que era puro arte.
Ya no había mantas que valieran: todos estábamos bailando, cantando y dejando que cada beat se sintiera en el cuerpo. Si te movías por el lugar, podías ver a la gente cerrar los ojos, cantar bajito o simplemente dejarse llevar por la música. Fue ese tipo de momento que te deja pensando: “Esto no lo voy a olvidar nunca.”
Día de Campo no es solo un festival; es una experiencia que mezcla la buena música, buena compañía y esa sensación de estar al aire libre hizo que la experiencia se sintiera tan única como mágica. Si no estuviste este año ¡No puedes perderte el siguiente!
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¿Qué te pareció el Día de Campo GDL en La Reserva Educare?
- El ambiente tan chill y relajado, lejos del estrés típico de un festival.
- La variedad de comida y bebidas, con opciones para todos los gustos (¡punto extra por lo vegano!).
- No había suficientes baños para la cantidad de asistentes.
- La música estaba un poco baja.
- Las áreas de sombra fueron un poco limitadas durante las horas de más sol.