Texto por: Kinne González
Fotos por: Miguel González
El pasado 07 de agosto llegó al Guanamor uno de los shows más épicos que se han vivido en la ciudad. Symphony X, sin dudar ni un segundo, llegaron a arrasar con toda su potencia y energía en el escenario, entregando a su público una noche llena de virtuosismo e intensidad que seguramente recordarán por el resto de sus vidas.
Mientras daba inicio el set de Megaton, la banda tapatía encargada de calentar motores, los asistentes iban llegando poco a poco al recinto, arribando desde grupos grandes de amigos, parejas y una que otra persona que se atrevió a ir sola, expectantes de lo que la banda principal tenía preparado.
Entre cantos, aplausos y anhelo, los fans de Symphony X pedían que la banda norteamericana saliera al escenario para poder no solo corear sus grandes éxitos, sino para acompañar del característico headbanging que en este tipo de eventos se ha convertido en un ritual entre los amantes del metal.
Uno a uno, los integrantes de esta banda, la cual preparó esta presentación para celebrar su trayectoria de 25 años, fueron tomando sus lugares, acompañados, estoicos, pero entre aplausos y colmados del amor de sus seguidores. Michael Pinnella, en los teclados; Michael Lepond, en el bajo; Jason Rullo en la batería; Rusell Allen en la voz principal; y por último el genio Michael Romeo en la guitarra.
Comenzaron a lo grande, con lo más pesado del metal, sin escatimar en fuerzas, inundado el espacio con riffs potentes, acompañados del contraste de la impecable voz de Rusell Alle, quién en todo momento se desenvolvió como uno de los frontman más hipnotizantes del género.
Durante toda la presentación, la sincronía y el compañerismo de la banda se transmitía en la precisión musical con la que interpretaron sus más grandes éxitos, especialmente cuando llegaban los solos de guitarra con los que Michael Romeo destruía cualquier idea preconcebida de lo que podría ser presenciar en vivo y en directo a un monstruo de su instrumento, por lo que la gente se entregaba por completo a lo que éste artista quisiera ofrecerles.
A pesar de que la producción del escenario consistía únicamente de algunas pantallas y equipo de sonido e instrumentos, los músicos se encargaron de dar todo de sí, resultando en una presentación digna de estadios, sin embargo el momento cúspide de toda la emoción que se fue creando durante la noche sin duda alguna se desató en las últimas canciones, particularmente cuando interpretaron “Run With The Devil” ya que Rusell Alle no paraba de incitar a los asistentes a desatar el mismo infierno en Guadalajara.
Ni se diga de la manera en la que “Set The Worl On Fire” simplemente detonó un frenesí entre el público, el cual quedó totalmente perdido en la interpretación de uno de los más grandes éxitos de esta agrupación, por lo que a pesar de ser esta la canción final que se tenía contemplada para el evento, como ya es costumbre en nuestro país, ni un alma se movió de su lugar y entre porras y aplausos insistieron hasta el cansancio a que estas leyendas del metal regresaran, por lo menos con una canción más y definitivamente a brindar con los fans.
Momentos inciertos, ya que todo apuntaba a que la banda no regresaba. Varios minutos más tarde y quizá rodeados de un aire de impaciencia, la agrupación regresó al escenario, increíblemente con más energía incluso que al inicio de su show, el cual culminaron con nada más y nada menos que “The Odyssey”, canción que habla de todas las peripecias que tuvo que pasar el legendario Odiseo, también conocido como Ulises para llegar a su hogar en las obras insignia de Homero.
Por último, Symphony X se despidió del público tapatío agradeciendo por todo el cariño y las muestras de admiración, prometiendo que regresarían pronto para poder repetir la experiencia única de vivir en carne propia la calidez de los mexicanos.
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- La impecable interpretación de la banda.
- La asistencia fue muy poca.
- El evento se hizo en domingo.