Txt: Andrés Solís / @cassinihuygen
Foto: Cortesía
El aire frío de Guadalajara comienza a disiparse cuando durante la tarde la temperatura del ambiente se siente como un horno -y eso que son solo 27 grados-. Ante esto, los abrigos y suéteres comienzan a guardarse para dar paso a los shorts y blusas más frescas. El invierno se acaba. Las últimas lunas de invierno.
¿Quién mejor para dar paso a la temporada más hogareña que Kings of Convenience? Los astros se alinearon. La naturaleza y el clima igualmente. El invierno sigue simbólicamente, pero la vibra de anoche despedía a la estación con un cálido abrazo. Cálida como toda la velada.
Una entrada controlada hasta eso, para la cantidad de personas que había. «Parece un pequeño festival», escuchaba decir mucho en el aire. Un salón de eventos al aire libre, rodeado de árboles con luces en todo el alrededor dieron el espacio físico para el show. Muy ad hoc para la storie de Instagram. Las personas todas muy bonitas a la vista, y usaré la palabra «bonito» durante casi todo este texto.
La experiencia
Adentrarse en el foro dio un nuevo vistazo a un concierto en Guadalajara, algo que no se ve tan seguido, si no es que casi nunca; fuera de los foros cerrados, oscuros y dentro de áreas conurbadas en las que uno piensa «¿no se quejarán los vecinos?», Altiplano nos regaló una experiencia nueva, porque ahora los conciertos tienen que ser más que eso.
Si voy a pagar por un evento, mínimo se espera un buen audio, comodidad, salubridad, consumibles de calidad. No es solo la música y ya, porque para eso uno pondría el Spotify en el Echo Dot. Altiplano comprendió esto de maravilla, creando una atmósfera incandescente para quienes estuvieran fuera del evento, y llegando a un grado íntimo para quienes estuvimos dentro.
Lo reitero: No hubo mejor época del año para hacer este evento, y sin duda dará de qué hablar más de lo que ya está generando sin adjuntar el meme de Homero Simpson en el bar rodeado de «Kings of Convenience». Es este quizá el primer show post-pandemia que reunió a una gran cantidad de tapatíos convergiendo en una misma experiencia más allá de lo sonoro, y ojo que en noviembre tuvimos a Tame Impala por acá.
Es increíble lo que una experiencia como esta puede generar en la opinión pública, tanto que llevo un mar de palabras y ni siquiera he empezado a hablar de los actos musicales. Un gran acierto el de este foro, y de la poca pero justa infraestructura. Diría una amiga diseñadora que «más es menos», y la Reserva Educare dio prueba de esto.
En la vacación
Los horarios se atrasaron ligeramente, y la verdad es que ya tenía un buen lugar entre la tanta gente que ya estaba sentada sobre el pasto que fungía como platea del escenario adornado con tres hileras de vegetación. No sé si era o no real, pero qué bien se veían. Me paré para tratar de comprar una cerveza en una de las tantas interminables filas que después se disiparon y comenzaron a frustrar a los trabajadores que tenían que servirla en los bonitos vasos alusivos. Algunos clientes prepotentes hicieron raro el ambiente, incómodo.
Pero de regreso a la platea, en escena ya se postraban El David Aguilar y Caloncho, Vacación, sentados en banquitos que, para los que no somos altos, era difícil de observar. Pero luego se formó una ligera trifulca entre el público: Por una parte quienes pedían a gritos y chiflidos que todos nos sentáramos, y por la otra quienes se aferraban y se mantenían parados. La confrontación duró más o menos una canción del dúo abridor, hasta que Caloncho saltó a calmar las aguas y proponer que todos se mantuvieran de pie. Ganaron los aliados.
No hubo exigencia de ningún tipo entre los artistas y el público, gracia mutua en todo el pequeño set de un par de canciones. Todo se dio de manera natural y hasta espontánea. El sol se iba ocultando entre los altos árboles al oeste del lugar. Muy bonita postal acompañada de los huapangos del dúo; una especie de marco de México en los 60s que te encuentras en la sala de los abuelos.
Paz o amor
Y después de diez años, aquí estaban de nuevo. Me encantaría poder describir la sensación de haberlos visto durante su última visita en 2011, pero por ahora esta es la descripción más objetiva de un fan viéndolos por primera vez en un ambiente que invitaba a más que solamente disfrutar el espacio y tiempo del concierto y la compañía que teníamos.
Kings of Convenience fue más que una banda en vivo; creo que el conjunto de todos los elementos dio un brebaje rico en muchas cosas: Por una parte, la ternura del dúo viéndose fijamente durante segundos cada tanto, las hojas de los árboles aledaños moviéndose con el delicado pero un poco frío aire de Zapopan y hasta todas las cabezas atentas ligeramente inclinadas hacia la tarima.
No tuvo que pasar mucho tiempo para notar una brisa cálida en todo el ambiente, y no es porque estuviéramos todos juntos, como sardinas, disfrutando de un concierto como solíamos hacerlo antes del fatídico marzo de 2020, sino por la agraciada vibra del dúo noruego y la sorpresiva empatía del público tapatío. No sé exactamente a qué se debió, pero justo acá las guitarras hablaron por sí solas, y las tenues voces de ambos artistas se desplegaron como ondas de viento directas a nuestras caras.
Aún teniendo en cuenta la ausencia del dúo por tanto tiempo, fue bonito ver a tanto fan nuevo. Mucho joven cantando primordialmente las canciones del Peace or Love (2021) sin menospreciar los clásicos de antaño de Kings of Convenience.
Para ausencias mayores, Feist. Las pocas fotos e información de los shows en Ciudad de México emocionaron a todos los tapatíos con boleto ya en mano por ver a la voz femenina tocando junto a ellos, pero en Guadalajara no fue así. En cambio, Erlen aprovechó la simpatía ya creada entre los allí presentes e invitó -exclusivamente- a las mujeres a cantar las partes de Feist en algunas canciones.
Hubo sus momentos enérgicos, sí, cuando sacaron a su full band conformada por los aclamados Jorge en la batería y Paco en el bajo. Cuando me desperté el sábado no creí que fuera a saltar en un concierto de Kings of Convenience. Pero creo que la mayor parte del tiempo, esta bonita experiencia fomentó más la reflexión, de lo que sea. Quizá hubo quienes pasaban por un duelo, pérdida, simple ansiedad e incertidumbre, o hasta los que se encontraban perdidos.
Kings of Convenience y Altiplano se encargaron de crear un espacio libre y apto para todos donde la introspección se hizo presente a través de dos voces y dos guitarras, sin olvidar a los cientos de oídos y corazones abiertos a los últimos aires de invierno. Estoy seguro que muchos nos fuimos de la Reserva Educare con un sabor dulcecito en la boca, con poco qué decir pero mucho qué pensar acerca de lo sucedido adentro. Podría quedarme con la palabra «bonito» para compartir cuando me pregunte qué tal estuvo el evento, porque lo indispensable fue el disfrute y la reflexión del momento. No hay más.
Reitero: Esto no es algo que suele pasar mucho en Guadalajara. Es increíble ver la gran demanda de un concierto de una banda que tiene más de una década sin un disco nuevo y sin pisar la ciudad, y que aún así llenó de manera aborazada un hermoso foro. No podía entender el por qué de lo anterior hasta la noche del sábado. Podrá haber muchos conciertos más en la capital jalisciense, pero algo como lo que vimos de Kings of Convenience no creo que haya algo que se le acerque en un rato. El invierno se está yendo, y la calidez llegó.
- La combinación de logística, banda y venue, fueron perfectos
- La respuesta de la gente.
- Parejas, familias, amigos, todo tipo de círculo social asistió.
- En algunos momentos las filas de agua, cerveza y comida eran interminables.
- Algunos problemas de audio.
- La espera de todos, pero Feist no nos pudo acompañar.