Texto por: Alan Prats
Fotos por: Florencia Díaz
El pasado 04 de noviembre se llevó a cabo la sexta edición del Hipnosis. Si algo ha caracterizado al festival es su concepto y curaduría, con los cuales concentra y hace convivir a las diferentes manifestaciones de la psicodelia en la misma celebración musical.
Este año, el Hipnosis no pudo ser mejor. La organización y la logística del festival fueron impecables. En lo general, los horarios de las presentaciones se apegaron a lo estipulado. Los servicios ofrecidos – desde los baños hasta la venta de alimentos y bebidas – fueron ágiles y nunca implicaron filas interminables o dolores de cabeza. El sonido, a diferencia de ediciones anteriores en las que hubo «unos pedillos», fue impecable y enriqueció la experiencia musical de quienes estuvimos ahí.
Además, la actitud y la vibra de las y los asistentes siempre fue de una fraterna camaradería alimentada por el amor y el gusto por la música y las experiencias sonoras y extrasensoriales. Finalmente, los actos que se presentaron, todos excelentes, independientemente de nuestros gustos y aficiones personales, ofrecieron shows que alimentaron nuestro espíritu y nos hicieron olvidar por un momento lo siniestro y difícil que puede ser el mundo y la sociedad en que vivimos.
El Festival Hipnosis conjuga las distintas manifestaciones sonoras que puede tener la psicodelia: garage, stoner, fuzz, electrónica e incluso pop. Sonidos diversos para un público diverso y exigente. Eso sí, siempre sonidos que son difíciles de escuchar en vivo en el común de la oferta de los festivales que hay en nuestro país.
En cuanto a las presentaciones, no hubo desperdicio alguno. Los proyectos que conformaron el cartel, más allá de sí los conocíamos previamente o no, o si encajan con nuestros gustos personales o no, todos y cada uno de ellos fueron significativos e interesantes de escuchar.
La Ciencia Simple y Los Mundos se encargaron de dar inicio al festival. Pese a que era muy temprano y que el sol caía con fuerza sobre Iztapalapa, las y los asistentes más entusiastas se congregaron para disfrutar de la música de estos proyectos latinoamericanos. Los sonidos más cercanos al pop de Agar Agar y Dumbo Gets Mad fueron recibiendo al emocionado público que cada vez más llenaba el recinto.
La tarde avanzaba y la música seguía. All Them Witches y The Brian Jonestown Massacre impartieron cátedra sobre cómo debe ser la música psicodélica; los primeros con su característico sonido pesado y obscuro; los segundos con un distintivo sonido californiano, luminoso e hipnótico. Panda Bear se encargó de despedir al sol e inaugurar las presentaciones bajo la oscuridad de la noche, sólo iluminada por los colores que irradiaban desde el escenario y la música.
Por su parte, Altin Gun deslumbró a propios y extraños con su anatolian rock, mientras que Melody’s Echo Chamber hizo gala de un sonido onírico que hace pensar en la campiña francesa de los años sesenta.
Por su parte, Temples cautivó a sus fans con ese sonido ligero de indie-pop psicodélico que los caracteriza, mientras que Boy Harsher y Toro Y Moi pusieron a bailar al respetable; los primeros desde texturas electrónicas oscuras que por momentos se acercaban al industrial y los segundos desde un enfoque más pop que coqueteaba ligeramente con sonidos actuales de moda como el trap.
Y para finalizar, The Flaming Lips llenaron nuestros sentidos de colores y sonidos felices con una espectacular presentación que, sobre todo, fue una fiesta ante ese despliegue de parafernalia que hizo al público partícipe del concierto. Por último, Los Pirañas se encargaron de despedir la sexta edición del Festival Hipnosis con el sabor latino que había hecho falta, con el cual hicieron que los aferrados se quedaran a mover el esqueleto al ritmo de la fusión de psicodelia densa con ritmos latinos.
No hay duda que los protagonistas fueron The Flaming Lips, pues su grandiosa puesta en escena del «Yoshimi battles the pink robots» hizo del Hipnosis una experiencia mágica. Sin embargo, el mejor acto fue Altin Gün. Su música, una fusión de folk turco con pop, rock y psicodelia, sonidos poco comunes en estas latitudes, fue simplemente impresionante de escuchar en vivo. Además, el sonido estaba en su punto óptimo y la ejecución y la presencia escénica de los turco-holandeses dejó una huella imborrable en nuestros corazones, mentes y oídos.
El Festival Hipnosis 2023 fue todo un éxito. La sexta edición demostró que siempre es posible superarse a sí mismos y, por tanto, deja la vara muy alta para la edición del próximo año. La esperamos con ansias.
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¿Qué te pareció el Festival Hipnosis en el Parque Cuitláhuac?
- El cartel y, con él, la oferta de bandas y sonidos del festival.
- El ambiente, la atmósfera y la vibra en general.
- La organización, prístina e impecable.
- Como siempre, los precios de alimentos y bebidas.
- La falta de señalización en el Parque Cuitláhuac para ingresar al Festival.
- Hace falta más presencia de proyectos nacionales en la curaduría final del cartel.