Texto por: Andrés Cassini.
Fotos Por: Diego Velasco.
Es curioso ver cómo en los últimos tres años, los actos de rap, trap, R&B y similares han tenido un impulso muy evidente, esto hablando de actos nacionales. Me refiero a casos revelaciones, así como consolidaciones y consagraciones. Lo vimos el año pasado con Alemán llenando el Palacio de los Deportes, Gera MX el Pepsi, al igual que Álvaro Díaz, y también podemos mencionar los casos de la Familia Alzada, el proyecto conjunto de Gera, Nanpa y Charles y hasta Sabino abarrotando dos fechas del Palacio en la Ciudad de México y el TELMEX en Guadalajara.
Toda una generación de artistas nacionales logró la consolidación de sus proyectos en los últimos 18 meses, y aunque aún hay mucho por lograr, creo que es momento de ver las nuevas caras del género, no por morbo ni por dejar de apoyar a quienes ya están, sino para diversificar nuestro consumo de este género, y qué mejor que sea salido de nuestro país. Por eso es que el regreso de AQUIHAYAQUIHAY a Guadalajara es un acontecimiento importante.
La última vez que pisaron la ciudad fue unos días antes del confinamiento, en marzo de 2020, en el ya extinto Bismarck, con una atmósfera que no se había visto por aquellos días. Ahora, con un contexto distinto, y más preparados (ya llegaremos a eso), regresaron con una faceta más madura.
El significado de la banda es primordial para hablar de ellos, pues con el concepto de la «anti-boyband», se ganaron una atención como ningún otro proyecto del estilo R&B en el país para su formación en 2016. Y hasta lo dijeron en su concierto: «Somos los responsables de que el R&B suene en México», y aunque no esté del todo de acuerdo con la afirmación, sus méritos se le da al quinteto. Y no solo por el concepto, que ya de por sí es interesante ver una boy-band en forma viniendo de Monterrey y más en este género que suele ser ciertamente sexista y poco favorecedor para estos casos.
Aún con esto «en contra», AQUIHAYAQUIHAY ha demostrado ser, por decirlo de una manera, el proyecto abanderado de toda una nueva generación de actos mexicanos del denominado género «urbano». Y de eso no hay queja.
Lo anterior se aúna más con el nuevo disco del quinteto, No Me Busques Donde Mismo (2023), un compilado de cortes donde la banda experimenta con géneros como el fronteo y la bachata, además de su ya clásico R&B y trap. Otro dato de color para este LP es que Phynx sigue como productor, sí, pero el director creativo detrás ahora es MILKMAN, que si no sabes quién es, pues en resumen es una de las mentes más ingeniosas del arte nacional, colaborando con múltiples artistas del género en el país, además de proyectos enormes como J Balvin, algunas siluetas de Air Jordan, y hasta su propia exhibición de arte en Miami.
Todos estos cambios reflejan una maduración tanto del proyecto como personal de cada uno de los cinco componentes que crean AQUIHAYAQUIHAY.
Hablando en perspectiva del show, y ya con el contexto adecuado, éste comenzó puntualmente a las 21:00, sin acto abridor. Escuché una queja constante de los asistentes sobre esta ausencia de telonero, pues por lo que alcancé a escuchar, «hay talento de sobra para poner mínimo un acto abridor». Y yo personalmente desconozco del tema, pero es cuestión de gustos quizá.
Ya con los cinco pilares del proyecto sobre la tarima del C3, comenzaron con la canción homónima del disco a presentar, ‘NMBDM’, un fronteo agresivo y seguro de sí mismo, una canción que define el estatus actual de la boyband, y que se notó en su soltura sobre el escenario. Zizzy, Jay Lee, Nehly, Neqer y Phynx estaban de vuelta en Guadalajara luego de poco más de tres años.
La espera caló, pero sirvió para que todos los fans se aprendieran a la perfección no solo las ya estrenadas previamente como singles o en su debut DROP OUT (2019), sino también las canciones de No Me Busques Donde Mismo (2023). Esto anterior generó, además de una sinergia público-artista increíble, un vínculo que se reforzó conforme avanzó el setlist.
Me explico: El arsenal artístico de AQUIHAYAQUIHAY cuenta con sentimientos para prácticamente cualquier situación que pase un zenteniall o un mileniall no tan viejo. Desde desamor, arrepentimiento, amor, desolación, así como superación, melancolía y miedo al futuro son tópicos a tocar en sus canciones, y de cierta manera, la banda lo entendió, y entendió el contexto en el que todos llegamos: Un contexto social y personal que comienza a carecer de estímulos reales.
No voy a mentir: Previo al inicio del show, pensé que sería un show de «hip-hop» sin mucho sazón, pero vaya con la manera en la que el quinteto hace que el público conecte con sus canciones, y muy particularmente. Como dijo Zizzy: «No sabemos por la lucha que pasa cada uno de ustedes, pero tengan por seguro que estamos allí para ustedes, para eso es nuestra música». Y quizá para otro tipo de público las canciones de AQUIHAYAQUIHAY representen ideas banales y de jóvenes confundidos, pero la idea del amor está implícita en todo el proyecto, tanto que es imposible no verla.
Tomando en cuenta lo anterior, el acomodo del setlist no fue el ideal para mantener una línea narrativa dentro del show, se agradece la mezcla de temas clásicos de la boy-band y del nuevo disco, pero hubiera sido encantador tener un momento de «montaña rusa» dentro del C3, para mayor cautivación y enriquecimiento artístico. Al final esto es una performance.
Finalmente, y luego de una hora y veinte minutos, AQUIHAYAQUIHAY se despidió de manera emotiva con la canción que comenzó todo, ‘Karma‘, su primer single. Nuevamente Zizzy dijo «gracias a todos quienes están desde el día 01, y también a los que llegaron después». El agradecimiento se sintió genuino, fortuito, mientras de fondo escuchábamos los lamentos de la boy-band hablando de una mujer que es un demonio. Así es AQUIHAYAQUIHAY.
Sentimiento puro, realista y muy adepto para la generación de jóvenes que creció y está creciendo con el concepto del amor arraigado, de entrega total y de intensidad. No como algo malo, sino más enfocado en el compromiso y la lealtad. Y eso nos llevamos de la noche del sábado 10 de junio en el C3, pues una «anti» boy-band nos enseñó a querer, soltar y llorar, a comprender que el agradecimiento y la constancia son claves para la maduración, no solo hablando de la banda en sí, sino de un desarrollo personal.
Quiero cerrar mencionando el tema ‘Duelo‘, justo la canción con la que cierra su disco No Me Busques Donde Mismo (2023), en la cual mencionaron tanto Neqer y Zizzy que es una canción dedicada a su crianza y crecimiento en Monterrey. Y desde la producción de Phynx, se nota que se trata de una canción emotiva y nostálgica, detonando los estímulos realistas de que quizá lo anterior ya no existe, pero aún hay mucho por conocer.
Ambición le llaman en el mundo adulto, y quienes nos congregamos en el C3 el sábado pasado, sentimos esta ambición pasando por nuestras venas. Solo nos queda volar, crecer y cambiar, para que dejen de buscarnos donde mismo, porque ya no estaremos allí. Lo único que permanece es la música y los recuerdos.
Coméntanos y califica abajo.
¿Qué te pareció la presentación de AQUIHAYAQUIHAY en el C3 Stage?