Texto por: Juan Morales
Fotos por: Navil Benavides
En la segunda de sus tres esperadas presentaciones en México, Roosevelt, la banda liderada por el prodigioso alemán Marius Lauber, no solo hizo vibrar el recinto Showcenter Complex en Monterrey el pasado miércoles 06 de marzo, sino que lo transformó en un enclave de emociones y momentos imborrables.
Ataviados en un imponente negro, el trío se apoderó del escenario a las 10:00 p.m., desatando la euforia de la audiencia con la cautivadora melodía de «Ordinary Love». Este no fue solo un concierto; fue una experiencia sensorial que desencadenó una oleada de emociones desde el primer acorde.
Roosevelt entregó un espectáculo de Synth-Pop tan pulido y meticuloso que su profesionalismo era palpable, llegando al extremo de que ni un cabello se desviaba de su lugar. La banda desplegó una atención exquisita a los detalles, desencadenando una respuesta efusiva del público que, contagiado, respondió con bailes, gritos, aplausos y coreografías espontáneas. La comodidad que experimentamos durante el concierto fue evidente; la destreza de la banda eliminó la necesidad de elementos visuales extravagantes para ofrecer un espectáculo tan impactante como inolvidable.
Entre estrobos y cajas de humo, el trío desató una secuencia ininterrumpida de más de 60 minutos en su primer set, inundando el escenario con éxitos como «Montreal», «Luna», «Moving On» y «See You Again». «Strangers», en particular, se erige como mi favorita, transportándome a noches de carretera iluminada por luces mercuriales, infundiendo energía en cada kilómetro recorrido. La acústica del recinto fue extraordinaria, acentuada por dos macro pantallas en los costados que proyectaban a los miembros de la banda en detalle, gracias a la avanzada tecnología de «zoom».
El entusiasmo del público se desbordó con fotos, videos y transmisiones en vivo en las redes sociales, creando un ambiente vibrante y cosmopolita. Esta experiencia no solo fue un concierto; fue una fuente de energía revitalizante en mitad de semana, especialmente en la calurosa ciudad de Monterrey.
El público, lejos de escatimar esfuerzos, se convirtió en parte fundamental de una atmósfera elegante y cosmopolita. Después de completar su setlist de 13 canciones programadas, Roosevelt tomó un breve respiro antes de regresar, respondiendo al animado coro del público con un par de canciones más. Al concluir el concierto, la banda no solo se despidió, sino que se acercó generosamente para obsequiar setlists, baquetas, púas y posar para fotos con la audiencia.
¡Esta fue más que una experiencia musical, fue una conexión palpable y auténtica! En el norte, con orgullo decimos: ¡Una chulada de pelaos!
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