Texto por Daniel Reyes.
Para platicar sobre Primus hay que quitarse el sombrero, pues su amplia trayectoria musical de más de 30 años los hace merecedores de ser considerados uno de los mejores exponentes dentro de la escena funk metal. La pasada noche de sábado inauguramos nuestro año de conciertos con esta poderosa banda, siendo el Auditorio Blackberry el recinto condecorado como anfitrión.
Luego de un acceso ágil al venue, la espera nos empezó a carcomer, pues el fiel séquito de Primus que portaba orgullosamente playeras, gorras y hasta parches en chalecos y chamarras ansiaba ver al poderoso trío sobre el escenario.
El momento llegaba, uno a uno los integrantes de la banda se hicieron presentes, tomaron posiciones y los gritos desaforados del público se dejaron escuchar a la par que los primeros acordes de “To Defy the Laws of Tradition”, generando el agitar de las cabezas y las largas cabelleras de los fanáticos.
“The Seven”, “Wynona’s Big Brown Beaver” y “American Life” continuaban con el ataque intermitente de riffs, percusiones y eléctricos rasguidos. Al fondo, las filmografías, los sampleos en video, así como los visuales psicodélicos fueron unos de los grandes protagonistas a lo largo de esta increíble noche, pues hacían sinergia perfecta con lo ejecutado sobre el escenario.
De pronto, Les Claypool se coloca una máscara de cerdo, toma su contrabajo eléctrico y ejecuta “Seas of Cheese” seguida de “Mr Krinkle”, “Eleven” y “Harold of the Rocks”, sumándole misticismo a la noche y desatando el mosh pit al centro de la pista.
El gran ausente de la noche fue el audio, dado a las constantes quejas que han interpuesto los vecinos a las autoridades de la CDMX, tanto por los decibeles del sonido como por las vibraciones percibidas durante los eventos, situación que mermó este concierto, pues el audio se antojaba para reventar nuestros oídos y volar nuestros sesos en pedazos.
Luego de un intermedio donde caricaturas clásicas de Popeye fueran proyectadas, el trío californiano reanuda el recital con “Too Many Puppies” haciendo temblar la superficie bajo nuestros pies. De ahí la ráfaga de canciones no paró: “Sgt. Baker”, “Golden Boy”, “HOINFODAMAN”, “Pudding time”, “The Storm” y “Welcome to This World”.
El sudor cubría nuestra cabeza, no parábamos de brincar y liberar energía en el mosh pit, Primus continuaba tocando emocionado: “My Name is Mud” desató la locura, comenzaban a volar personas entre el público intentando hacer crowdsurfing, “Over The Electric Grapevine” unió la garganta de los asistentes y el clímax nos llegó de la mano de “Jerry Was a Racer Car Driver”.
Una pausa nos da el aliento suficiente para consumir el resto del combustible que nos restaba, encendiendo nuestra garganta con “Those Dammed Blue-Collar Tweekers” y concluyendo este gran concierto con “Here Comes The Bastards”. Claypool se despide de su público, agradece por haber sido partícipe de este show imponente y se despide en medio de los gritos y los aplausos del público.
Fotos cortesía de MalfiCo.