Por: Diego Arturo Rodríguez.
Fotos: Christhian Ferenc.
Sábado por la noche. Algunas calles de Guadalajara lucían tornasoladas y distintas tras el paso de la marcha por el orgullo de la diversidad sexual. Esa misma noche, en el C3 Stage, la banda de Georgia, of Montreal, actuaría para los tapatíos después de que los liderados por Kevin Barnes fueran uno de los platillos principales en el menú ofrecido apenas unos meses atrás en el festival Nrmal, en la Ciudad de México.
Solamente fue coincidencia la fecha del desfile y la de la presentación, pues se sabe que este tipo de eventos se planean desde mucho antes y son prácticamente inamovibles. Cancelables sí, postergables no, lo sabemos. Pudo vender de esta manera el show la parte logística y organizativa, y de esta manera contribuir a la asistencia, que buena falta le hacía. Pero pensándolo bien mejor así, con espacio para bailar. Aun así (con pocos asistentes) los ventiladores adaptados a cada lado del recinto se pandearon y empezaron a echar agua, transformando su funcionamiento, pero manteniendo su función de enfriar los cuerpos. Al final terminaron siendo unos aspersores de agua, pero continuaban refrescando, eso sí.
Sucedió lo que tenía que suceder. El pronóstico era claro, mostrar la mayor parte de su más reciente placa discográfica White is relic/irrealis mood. Sucedió. Pero “primero lo primero”, pues la canción que dio apertura al recital sicodélico fue “Id engager”, una pieza de un material que salió fechado precisamente hace una década, ni más ni menos que en el Skeletal Lamping.
Hubo algunos a los que apenas estaba acomodándoles ese groove contagioso cuando de la manga de Barnes salió una carta difícil, que más bien era un as, difícil de prever tan temprano y a todas instancias en el show; sí, estaban cortando alevosamente la canción para abrirle paso a “Gronlandic edit”, como en una suerte de romper el hielo con la audiencia, como en una cosa de entenderse en los términos más comunes y básicos. Funcionó. Su éxito más contundente sorprendió de buena manera a los asistentes; pocos, pero muy bailones.
Todo lo demás llegó bien, y por añadidura. Terminaron de repasar su disco más nuevo mientras Barnes bailaba de una manera provocativa, aletargada y sensual, con bastante estilo y finura mientras Barnes nos hablaba de multiversos y planos alternativos, y de su particular cosmovisión. Es destacable la tarea letrística e intelectual que imprimen en cada una de sus canciones. Letras potentes e inteligentes. Ojo, letrados, leídos, no simplemente ñoños como Weezer.
Y sí, todo fue distinto pero igual de interesante, como su show en Nrmal, no fue el mismo setlist no fue la misma indumentaria drag pero cumplió musicalmente, y estuvo bien. Por momentos se le veía arriba del escenario como el heredero legítimo de Freddie Mercury, nos hacía como él quería, nos tenía en su mano. Y estuvo bien. Prendió la noche, la hizo interminable.
Coméntanos y califica abajo ¿Que te pareció el concierto de of Montreal en el C3 Stage?
- Fue un show lleno de energía.
- Hubo dos encores.
- El setlist fue un poco raro.
- No llevaron merch.
- La respuesta del público fue baja.