Texto por: Martín E.
Fotos por: Luis Alberto Pérez López
No hay palabras para describir lo que se vivió la noche del domingo en el Auditorio Telmex. La talentosa y carismática Natalia Lafourcade llegó a nuestra ciudad para dejar huella con un show que roza la perfección en todos los aspectos.
Desde los visuales, la escenografía, los vestuarios y los excelentes músicos que la acompañaron, todo conjuntado hizo que todos los presentes vivieran una experiencia única y quizás irrepetible; es un espectáculo de talla mundial, digno de un recinto como lo es el siempre imponente Auditorio Telmex.
En un día y con un horario atípico como las 19:00 horas, los cientos de fanáticos tomaron sus asientos; muchos y muchas de ellas con distintivos en la cabeza o con una vestimenta acorde a la ocasión y en un ambiente donde la paz y la vibra positiva se podían sentir.
Pasados 15 minutos de la hora marcada en el boleto, el audio junto a la iluminación se apagaron para recibir a la querida Natalia, quien vestía un elegante vestido largo en color negro que la hacía verse bellísima; se sentó en un espacio simple pero acogedor, con solo su guitarra, su ukelele, el micrófono y una pequeña mesa con una lámpara prendida, una taza y un vaso de agua.
Así, ante un silencio marcado y una audiencia que permaneció sentada, Natalia comenzó a tocar la guitarra e interpretar casi en su totalidad el disco que le da nombre a la gira “De Todas Las Flores”.
Primero un Poema a María Sabina, para continuar con “Vine Solita”, “De Todas Las Flores”, “Pasan Los Días”, “Llévame Viento”, “Pajarito Colibrí”, “María La Curandera”, “Caminar Bonito”, “Mi Manera de Querer”, “Canta La Arena” y “Muerte”, justo así, en ese orden, todo esto no sin antes tomarse unos minutos y hablarle a su audiencia, agradeciendo estar en Guadalajara y advirtiéndonos que sería una noche larga y de emociones desbordadas. De esta manera, finalizó la primera parte del recital.
Para la segunda parte del concierto, la ganadora del Grammy Latino 2023 como Grabación del Año, reapareció en escena pero ahora con un traje típico blanco; tan brillante, tan bonito, tan único; que además portaba con mucha emoción.
Tan solo verla así vestida hizo que todos nos emocionáramos, nos pusiéramos de pie y le aplaudiéramos por algunos instantes.
Desde este punto en adelante todo fue fiesta, alegría, positivismo y felicidad. Era el momento de que las canciones más conocidas y movidas sonaran, que nos olvidaramos de todo y nos dejáramos llevar por las bellas melodías y la voz tan educada de Natalia.
Orgullosa de sus raíces veracruzanas (aunque nació en CDMX) y pidiendo permiso a la madre tierra sonó “Tierra Querida”, prosiguiendo con “La Llorona”, “Tú Me Acostumbraste”, “Soledad” y “Para Que Sufrir”.
Aquella que grabara a dueto con el maestro Juan Gabriel, “Ya No Vivo Por Vivir” no podía quedar fuera del repertorio. Justo aquí todas las linternas de los celulares se encendieron logrando que “El Jardín de Flores” del Telmex luciera maravilloso.
Mención aparte a sus talentosos músicos, que manera tan exquisita de desarrollar su trabajo, de lograr esa sincronía, esos sonidos tan ricos, también a la gente de visuales; se notó que era un show con mucha planeación y donde se cuidó hasta el mínimo detalle.
Para el final, se vivieron momentos que enchinaban la piel. Un final muy bailable, muy grato y muy especial donde aparecieron las que faltaban como «Lo Que Construimos”, “Hasta La Raíz”, “Mi Tierra Veracruzana”, “Nunca Es Suficiente” finalizando con “Tú Si Sabes Quererme”.
Así se daba fin a una íntima noche de domingo en Guadalajara. Fuimos afortunados todos los que estuvimos dentro del Auditorio al estar frente a la artista que unos días antes había ganado uno de los premios más importantes del mundo en España, y que a pesar de eso, se mantiene sencilla, humilde y centrada en su trabajo y en dar lo mejor junto a su ensamble en cada evento.
Gracias por todo Natalia. Te esperamos muy pronto de nuevo en tu casa, Guadalajara.
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- La elegancia y talento de Natalia.
- El público que disfrutó en todo momento del concierto.
- El ensamble de músicos que la acompañaban arriba del escenario, así como los visuales y la escenografía.