Texto por: Diego Rodríguez.
Imágenes por: Christhian Ferenc
Iba a ser una noche de sábado diferente, especial, tuve esa sensación desde el mismo jueves en que recibí el correo que avalaba mi participación para ir a escuchar a la cabeza del chiquicartel, a tres portugueses de los que solamente había leído y escuchado buenas cosas: 10 000 Russos.
A los de Porto recién los había conocido por un especial de música en portugués que había sonado en alguno de esos programas subterráneos de radio, de esos raros y como pocos en la ciudad.
Bueno, los 10 000 Russos, que ni son 10 000 ni son la cantidad que se ostenta en su nombre, vendrían de una intensa gira internacional que engloba ciudades europeas y de territorio mexicano.
No vendrían solos, pues, como todo buen ejército que se respeta, mandaron por delante a su gente, a una avanzada compuesta por Hugo Quezada (Robota), como selector, que iniciaría las acciones en punto de las 9:00 p. m., rompiendo el hielo que hay al principio entre el escenario y el auditorio, dejando todo listo para que subieran los locales Dorotheo, viejos conocidos que al parecer han decidido retomar su carrera, y lo hicieron bien en lo que referente a su presentación, pues atentos estaban todos a la manera en los que salían aquellos inusuales sonidos de sus instrumentos, en todo momento apoyados por una masculina voz que ciertamente otorga estabilidad a todo lo que se mueve dentro del sonido de los tapatíos Dorotheo. Nada mal para su regreso.
Un descanso que apenas alcanzó para echar un humo y unas risas en la terraza del Foro cuando ya se escuchaban los primeros rasgueos ensoñadores de los capitalinos Sei Still. Cinco jóvenes que le dan cuerpo a esta banda con postura un tanto despreocupada, poseedores de un estilo difícil de igualar, o de encontrar, la verdad lo hacen muy bien, motivo que me llevó hace un par de meses a andar navegando por sus canales y buscando cosas de ellos en Bandcamp. ¡Qué estilo, que gafas, qué sonido!
El siguiente grupo en aparecer fue Tajak, quien además de organizar la gira por territorio mexicano de 10 000 Russos¸ también estará haciéndole compañía a Sei Still si lo vemos por el lado del talento nacional que se estarán presentando en el festival Hipnosis de este año. Festival, que dicho sea de paso, se convierte lentamente en el legítimo festival de la sicodelia en México, por lo menos.
Poco a poco se empezaban a ir las voces de las canciones, o por lo menos la dicción, la claridad, la precisión al momento de articular éstas. Y con el siguiente grupo se borraron más, se nublaron al punto de apelar solamente al sonido de sus instrumentos eléctricos. Cosa, de verdad, que a nadie le parece mal. Sólo basta con escuchar algo de lo que trae bajo el brazo este trío de Baja California afincado en la Ciudad de México, Tajak, para darse cuenta de que las voces son un mero acompañamiento. La pulpa se ofrece siempre en forma de riffs imposibles, de un tesón demente en la batería y de un bajo enojado que son la delicia de todo el que ande en la búsqueda de un poco de fuzz.
Ya para entonces, cuando solamente quedaba rematar con los estelares, estaba todo envuelto en una bruma anormal, el ambiente enrarecido con cuerdas, percusiones, guitarras, notas, distorsiones lisérgicas que habían dejado desparramadas por doquier en forma de vibración todos los anteriores músicos.
Salieron los de Porto, 10 000 Russos, al escenario del Foro Independencia. En ese momento ya todos parecían estar servidos, satisfechos de música, pero qué mejor preámbulo para ver a los Russos, quienes a pesar de ser todos unos profesionales con lo que hacen, al mismo tiempo que se posan arriba de la tarima parecen disfrutarlo tanto, lo que hacen lo hacen con tanta naturalidad que solamente simulan ser nada más que tres párvulos divirtiéndose con sus juguetes, en este caso con sus pedaleras y los efectos rítmicos que se pueden lograr derivados de una destreza de manos excepcional de quien se hace cargo de la percusión y de la voz.
No voy a decir más, tan solo que este show pinta para colarse en mi top 5 del año.
Cuando terminaron de tocar supe que así fue porque las luces del recinto se encendieron, esas luces blancas y molestas que se usan para invitar a salir a los asistentes al término del evento. No había setlist, no había ya casi nada, la mayor parte de gente ya se había aglutinado en las puertas de salida.
Para no hacerla larga, creo que el de seguridad me sacó de mi estado onírico justo cuando estaba por reiterarme, ya un poco irritado, la invitación a las puertas de la salida.
Cuando desperté de mi letargo silocibe, sentí como, si acaso eso existe, hubiera regresado de un secuestro interplanetario.
Maldita sea, ¿¡qué hicieron con mi cerebro, 10 000 Russos!?
Coméntanos y califica abajo. ¿Qué te pareció el concierto de 10,000 Russos en el Foro Independencia?
- Buena disposición de todos: músicos, asistentes, personal del venue.
- Puntualidad.
- Poca asistencia.