Texto por: Diego Reyes
Fotos por: Luis Pérez

Un concierto largamente esperado

Hay noches que se guardan para siempre. Para mí, la del concierto de Alejandro Sanz en Guadalajara fue una de esas. Después de años de espera, de intentos fallidos por coincidir con sus giras, finalmente pude presenciarlo en vivo. Y no fue cualquier presentación: fueron tres fechas en un fin de semana, todas con boletos agotados, como parte de su gira ¿Y Ahora Qué?, un recorrido que toma el nombre de su más reciente álbum, pero que también funciona como una pregunta abierta, un viaje artístico lleno de emociones y un renacimiento creativo en la voz y obra de un músico que conecta con varias generaciones.

Un arranque íntimo y cercano

El concierto comenzó puntual a las 9:15 de la noche. Tras dos canciones, cuando terminaba “La música no se toca”, Sanz se detuvo un momento. Con esa complicidad que caracteriza a los grandes artistas, se dirigió al público: confesó tener un cariño especial por la ciudad, agradeció con emoción la entrega de la gente y, con una sonrisa sincera, dijo: «Los quiero mucho Guadalajara.»

Visuales y músicos de primer nivel

La puesta en escena fue impecable. Enormes pantallas proyectaban visuales diseñados para potenciar cada canción. El espectáculo no se limitaba a la voz y al piano de Sanz; era un universo en el que los músicos brillaban por igual, si, absolutamente todos. Entre ellos, las mujeres tuvieron un papel protagónico: la baterista, la bajista, la trompetista y la percusionista marcaron presencia con muchísimo talento y protagonismo. Cuando Alejandro presentó a cada uno de ellos, resaltó esa riqueza que solo se consigue cuando se mezcla el talento sin importar género ni nacionalidad.

Los clásicos que marcaron generaciones

Los momentos más memorables llegaron con esas canciones que marcaron sus épocas doradas de los 90s y 2000s. “Amiga mía”, “Cuando nadie me ve” y “El alma al aire” fueron coreadas como himnos. Pero “No es lo mismo” tuvo un lugar especial. Lanzada en 2003, su videoclip se convirtió en un símbolo de la época. Esa canción, con la icónica portada de Sanz sosteniendo un vaso frente a su ojo derecho, sigue grabada en mi memoria y escucharla en vivo fue un viaje personal. Como no recordarla cuando veía completos los 100 más pedidos de MTV, esa canción estuvo en el #28 del 2003 por encima de «Cant Stop» de los Red Hot Chilli Peppers y debajo de «White Flag» de Dido.

Un gran equipo detrás del escenario

El despliegue detrás del show también habla del profesionalismo de Sanz. Desde ingenieros de audio y video hasta el equipo de merchandising, todo estaba cuidado al detalle. La magnitud de la gira se percibe en cada aspecto: nada queda al azar.

Momentos íntimos y un cierre inesperado

Tras una primera despedida, Sanz regresó para interpretar “Y si fuera ella” y “Lo ves” al piano. Las luces crearon un ambiente íntimo, casi confesional. Finalmente, “Corazón partío” cerró el concierto con una versión renovada que incluyó beats electrónicos, un giro inesperado que dividió opiniones pero mostró la capacidad de Sanz para reinventarse.

Una noche inolvidable

Al final, lo que queda es la certeza de haber presenciado no solo un concierto, sino un viaje emocional, un ritual compartido. Alejandro Sanz reafirma por qué es uno de los grandes de la música en hispana.

¿Y ustedes? ¿Qué les pareció el setlist, el escenario, las pantallas, sus músicos y la vibra de la gente?

Diego Reyes

La combinación de programación, diseño, fotografía, social media y música crea un ambiente envidiable con conciertos, viajes y festivales.

Alejandro Sanz en Guadalajara: un ritual de emociones en su gira ¿Y Ahora Qué?
Precio80%
Audio / Iluminación / Efectos Especiales100%
Asistencia100%
Logística (Puntualidad - Comida y Bebida)90%
Venue100%
Setlist85%
Lo bueno:
  • La asistencia de los tapatíos para ver a Sanz
  • El talento de sus músicos
  • Las pantallas y visuales que acompañan cada canción
Lo malo:
  • La versión renovada de "Corazón Partío"
93%Nota Final
Puntuación de los lectores: (34 Voto)
81%

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