Texto por: Kinne González
Fotos por: Luis Alberto Pérez López
El pasado 11 de noviembre, alrededor de las 9:15 en un lleno total del Teatro Diana, con pocas luces iluminando el escenario se fue haciendo cada vez más evidente el sonido emitido a través de las bocinas del recinto de lo que parecían ser pisadas acercándose.
Tranquilas, calmadas y acompasadas, esas pisadas se fueron sintiendo cada vez más cerca, su función: avisar al público que FKJ estaba por adueñarse del momento, dando pie al inicio del recital, lo cual generó ovaciones y aplausos impulsados por la creciente expectativa de vivir el show de French Kiwi Juice, también conocido como Vincent.
Una vez que el francés entró en escena, y sin más alarde que su propia presencia se fue acercando poco a poco a la tornamesa a que pasaba un poco inadvertida entre el resto de la escenografía pero que sin lugar a dudas formaba parte fundamental del entorno, en una sencilla actuación y con la mímica de poner un disco de vinil en tocadiscos.
El siguiente sonido que invadió la sala fue la icónica canción «Paloma Negra» de Chavela Vargas, durante la cual, el cantante un fue a recostarse en un sillón que ubicado entre una lámpara de piso y la batería que de igual manera conformaban la recreación del estudio donde este talentoso músico pasó el último año componiendo y preparando su más reciente material discográfico titulado V I N C E N T (2022).
La presentación entera parecía haber sido puntualmente planeada para poder generar esta sensación de cercanía e intimidad, ya que, entre luces cálidas, lámparas, sillones y todo el equipo musical de FKJ la experiencia de compartir el espacio del intérprete se volvía totalmente inmersiva.Sin embargo, al ser la tecnología un elemento fundamental en el proyecto musical de este compositor, con la ayuda de las enormes pantallas que se encontraban detrás de él y una excelente curaduría visual lo que al inicio proyectaba una selva a través de la ventana del estudio simulado, eventualmente esa imagen se fue distorsionando de acuerdo a la canción correspondiente.
A lo que las proyecciones pasaban de imágenes calmadas de agua, bosques o campos abiertos en colores sepia a efectos surrealistas, psicodélicos que escondían mándalas y olas de colores, con la ocasional presencia de los rostros de los colaboradores que han acompañado a Vincent en su carrera, como son su propia esposa June Marieezy y Masego, entre otros.
No cabía lugar a la duda de que presenciar a FKJ en vivo, manejando sus instrumentos como si de un juego se tratara iba a ser una experiencia imperdible, no por nada logró un Sold Out sin problema alguno; sin embargo, la respuesta del público ante los movimientos de Vincent, que se trasladaba de “estación” en “estación”, del saxofón a la guitarra, después al piano y en intervalos a los sintetizadores, simplemente era hipnotizante.
Tener esa habilidad, la curiosidad y la naturalidad de la experimentación musical es lo que hace que esta generación de artistas relativamente nuevos que pueden crear de manera individual lo que parecieran ser sinfonías modernas resultan en un deleite cuando en sus shows coinciden con otros músicos que ayudan a explotar todo el potencial de sus obras, algo que FKJ entiende a la perfección, por lo que no dudó en interpretar algunos temas acompañado de batería, bajo, violines y contrabajo.
Durante todo el evento, el Teatro Diana se volvió una fiesta, ya que los espectadores no pudieron contener las ganas de pararse a bailar con canciones como «Loosing my way», «Vibing Out» y «Ylang Ylang», por lo que los tapatíos salieron del evento efusivos y felices de poder presenciar increíble influencia y la vanguardia musical de FKJ.
Coméntanos y califica abajo.
¿Qué te pareció la presentación de FKJ en el Teatro Diana?
- La escenografía, la acústica y la curaduría visual en las proyecciones.
- El lleno total del recinto.
- Algunos espectadores mostraron faltas de respeto a los demás asistentes y al artista al levantar la voz en conversaciones ajenas al show, por lo que fue difícil disfrutar algunas de las canciones.