Texto: Jaime Noyola.
Fotos: Orlando González.
¿Quién hubiera pensado que mientras la ciudad de Guadalajara dormía, los reyes de la brutalidad musical enloquecían a una turba de metaleros?
Hay una dualidad universal que consiste en que mientras una ciudad duerme, centenares de personas vestidas de negro agitan sus cabelleras, alzan los puños y corren desenfrenadamente en espiral con el torso desnudo extasiados bajo el ritmo de guitarras caóticas fuertemente distorsionadas y voces guturales inentendibles que profieren letras obscenas. Así fue la noche en que Cannibal Corpse y Napalm Death brutalizaron con su música el C3 Stage.
Los convocados a presenciar el espectáculo fueron llegando al venue de Av. Vallarta. Desorientados y con desasosiego se acumularon en la entrada. La desesperación hizo acto de presencia esa noche. Eran las 8:30, la hora pactada para iniciar el esperado concierto y las bandas aún estaban realizando pruebas de sonido.
¿Cómo puedes controlar a una masa de fanáticos? Pídeles que hagan una fila, o consigue aglomerarlos en el patio exterior de la sala de conciertos sin posibilidad de ingresar al interior. Aún con todo y retraso, el itinerario salió adelante.
Napalm Death desde las Tierras Medias Occidentales
¿Saben por qué los logos de las bandas de death metal son ilegibles? Por la misma razón por la que sus voces guturales son incomprensibles y sus guitarras hacen riffs caóticos con distorsión más que exagerada. El death metal es el estilo de vida que choca con lo convencional. Es el género donde en lugar de amor hay odio, en lugar de belleza hay brutalidad, y en vez de danza hay mosh pit. Aquí no hay espacio para logos simétricos y bellos. Todo esto es lo que retrató Gods of Suffering, la banda de Querétaro que calentó los ánimos y que, aunque no consiguió el “wall of death” que propuso, logró una buena presentación de calidad.
Y el grindcore británico resonó con Napalm Death en el escenario, banda que es pionera en el género. “Multinational Corporations” fue su primer tema. Mark Greenway cumplió su trabajo como frontman, cantó con potencia y corrió con energía por todo el escenario todo el tiempo. Tal vez ese estilo enérgico es algo propio en cantantes de heavy metal ingleses.
“Instinct of Survival”, “When all is said and done” y “The wolf I feed” fueron las canciones siguientes del repertorio. Mark se llevó un gran mérito entre cada canción, habló con el público en un español decente que sorprendió a los presentes: “Buenas noches, amigos y amigas, bienvenidas a Napalm Death”. El idioma se le dificultó pero pudo ser comprendido.
El público hizo un espacio en el centro de la sala, el mosh es un baile donde la participación es voluntaria, aquellos que no desean sentir la adrenalina de estar corriendo en círculos salvajemente al ritmo de la música se mantienen apartados de ese espacio. Las canciones que incitaron el intenso mosh fueron: “Standardization”, “Scum” -un tema del primer álbum-, “Control”, “You suffer” y “Dead”.
La penúltima rola de Napalm Deaty fue un himno antifascista, “Nazi Punks Fuck Off”, cover de los legendarios “Dead Kennedys”. Después, Mark se despidió de la gente, “Esta es la última de la noche y de la gira”, finalmente cerraron con “Siege of Power”.
¡For the Horde!
La brutalidad musical no se ausentó con el retiro de Napalm Death, de hecho aumentó, era el turno de la banda esperada, Cannibal Corpse estaba a punto de hacer aparición. Era la hora de las «carnitas». Sonaron los primeros riffs de “Code of the Slashers” y George Fisher se lanzó con sus guturales.
Cannibal Corpse es una banda muy curiosa. Se dieron a conocer a nivel mundial y vendieron miles álbumes sin haber aparecido en radio o televisión. Lograron sobresalir y mostrarle al mundo un género que no es muy del agrado colectivo precisamente porque muchas personas buscaban lo contrario. Las grotescas y controversiales portadas de sus discos y sus letras fueron motivo de censura, por tanto, la curiosidad invadió a la gente que estaba ávida de escucharlos y saber por qué la banda era aborrecida. Y sí, tal vez después de leer esto te de curiosidad por buscar en google alguna portada de Cannibal y te preguntes qué clase de mente enferma diseñaría algo así, sólo te diré las mismas palabras que dijo el bajista Alex Webster respecto a eso: “Porque se ven geniales”.
Tocaron sin parar un tema tras otro, con 40 minutos de retraso era comprensible. “Only One Will Die”, “Red Before Black”, “Scourge of Iron”, “Evisceration Plague”, “Scavenger Consuming Death”… Y el setlist siguió. George Fisher tiene un tatuaje peculiar en su brazo derecho. Es el símbolo orco de batalla de la horda, una de las facciones políticas más fuertes (o tal vez la más fuerte) de Azeroth, el mundo del popular videojuego “World of Warcraft” del que Fisher es fanático.
La banda siguió con “The Wretched Spawn”, “Pounded Into Dust”, “Kill or Become” y luego algo de la vieja escuela, “Gutted”. Continuaron con: “Corpus Delicti” y “Devoured by Vermin”. Los fanáticos estaban en éxtasis, otros no tanto. El círculo del mosh estaba creciendo y algunos entusiastas se habían quitado la playera y daban saltos, empujones y corrían al vertiginoso ritmo de las guitarras emulando a los “Tauren” o cual si fueran orcos de “Orgrimmar”.
La brutal noche llegó a su fin con “I cum Blood”, “Make them Suffer” y “Stripped, Raped and Strangled”. Fisher le lanzó botellas de agua al público, “¿Quieren una más?”, le dijo a la gente, la respuesta colectiva fue afirmativa, la clásica “Hammer Smashed Face” fue el toque final.
Y después de esa noche, todos los que estaban ahí volvieron a su vida normal.
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