Texto por: Cheché Morett | IS | X | TikTok
Muchas veces hemos sido testigos de diversas formas de evolución a nuestro alrededor. Ya sea a través de los profundos cambios en la naturaleza de nuestro mundo, o en la transformación diaria de nosotros mismos. En la música, la evolución es un fenómeno palpable desde muchas aristas. Hoy, nos enfocamos en una muy particular: una metamorfosis sonora que lleva años gestándose en Guadalajara y que, con fuerza creciente, ha cruzado fronteras y tocado oídos de todo tipo. Esta evolución se llama Par Ásito.
No me detendré demasiado en relatar su historia, porque el presente de Par Ásito merece más atención que su origen. Sin embargo, sí puedo decir que he sido testigo de sus distintas versiones: Par Ásito 3000, Par Ásito 4000, Par Ásito 5000, hasta llegar a su forma actual, simplemente Par Ásito.
Con el tiempo, esta banda ha conquistado un espacio propio dentro de la escena musical mexicana: una escena que, aunque a menudo incomprendida y poco comercial, no carece de genialidad ni de público. Una escena que sufre por la falta de espacios, pero no por la falta de talento o de voluntad para encontrarlos.
Recuerdo con claridad su presentación en el Festival NRML del 2017. En ese entonces, NRML se había convertido en un referente nacional para la exposición de propuestas innovadoras, tanto nacionales como internacionales. Un festival con una curaduría minuciosa, que servía de plataforma para proyectos en búsqueda de profesionalización y visibilidad en una escena underground alejada del circuito mainstream. Par Ásito era una banda hecha para tocar ahí.
Intentar encasillar a Par Ásito en un solo género es inútil. Sería, como dice el dicho, meterse en camisa de once varas. Mejor les cuento lo que presencié el pasado 9 de mayo en su show en el Rooftop del C3 Stage, en Guadalajara.
Días antes del evento, recibí una advertencia peculiar: llevar tapones para los oídos. Para quienes no los tenían, la banda se encargó de repartirlos entre los asistentes. Desde ese gesto, sabías que no ibas a presenciar un concierto cualquiera.
Había una emoción palpable entre el público, alimentada por la excelente sesión que KEXP estrenó con la banda en febrero de 2025. Aquella brutalidad sonora registrada en video era ahora motivo de reunión. Algunos estaban ahí por curiosidad, otros eran seguidores de siempre. No faltaban quienes los recordaban como la banda telonera de King Gizzard & the Lizard Wizard en 2018.
El show fue, en pocas palabras, una brutal exhibición de técnica, fuerza y precisión. Cada integrante se conectaba con los demás como si sus cuerpos y mentes formaran parte de una misma maquinaria. Los ruidos –dicho con el mayor respeto– generados por guitarras, bajo, sintetizadores y batería, eran manipulados con una maestría que rozaba lo científico. No se trataba de improvisación desordenada, sino de una tormenta perfectamente orquestada.
A medida que la banda tocaba, el público se sumergía en un viaje sonoro donde los tapones en los oídos apenas bastaban. Llegó un punto en que los sonidos se volvían imposibles de codificar… hasta que de pronto, todo encajaba, y la experiencia se volvía abrumadora.
Evito comparar, pero para quien busca un marco referencial, es imposible no pensar en nombres como Frank Zappa, Primal Scream o The Mars Volta —especialmente este último por el despliegue de su batería en vivo. Las canciones eran concretas, ajustadas, ejecutadas con la intensidad del garage, pero con la precisión quirúrgica de expertos en sonido. Pareciera que los cinco músicos fueran ingenieros de audio. Profesionales del sonido, sí. Porque para tocar así de fuerte, hay que entender cada decibel como una entidad viva.
Par Ásito ofreció un show que dejó más que aplausos: dejó preguntas. ¿Por qué esto no ha llegado a más oídos en el mundo? ¿Qué más necesita pasar para que esta banda sea reconocida como lo que es? El público se fue con una sonrisa, pero también con los oídos zumbando y el corazón aún acelerado. Un efecto que solo las verdaderas experiencias musicales logran dejar.
Par Ásito no solo es una banda, es un fenómeno sonoro en constante expansión. Su evolución no responde a modas ni a fórmulas; responde a una necesidad vital de expresión, a un dominio absoluto de la intensidad y al deseo de incomodar tanto como de fascinar. Guadalajara ha sido el epicentro de su transformación, pero su eco ya rebasa geografías y algoritmos. Lo que presenciamos en el C3 Stage fue más que un concierto: fue una declaración de principios, una afirmación ruidosa de que la música independiente en México no sólo está viva, sino que quiere rugir con una fuerza ineludible.
Si aún no los has escuchado, hazlo. Si ya lo hiciste, vuelve. Porque como todo lo que verdaderamente importa en la música, Par Ásito no se explica: se experimenta.